domingo, 16 de enero de 2011
En defensa de los encastes de bravo
Ya han pasado los días en que se hablaba de ganaderías únicas camino del matadero. Ahora tras la reflexión que da el tiempo, me gustaría comentar algunos puntos de la situación.
En primer lugar es importante tener en consideración el estado actual de muchos encastes. Todos somos conscientes del estado por el que atraviesan muchas ganaderías. Aunque siempre se piensa en Santa Coloma como encaste marginado, no es menos cierto que este no es el único ni el que presenta una peor situación. Pero veamos primero cuales son los criterios que nos deberían hacer pensar en un encaste como “en peligro de extinción”
En mi opinión son varios los criterios que se deben tener en cuenta: el número de animales que quedan de un encaste en cuestión, la situación dentro del mercado taurino, y las posibilidades de cara al futuro.
Son varios los encastes que se encuentran en peligro dado el número de reproductores , aunque su situación dentro de las ferias sea buena, como son el encaste Albaserrada y Miura. Cualquier problema sanitario puede poner en peligro estas sangres. Otras ganaderías han tenido en el mismo problema. No en vano, Sánchez Cobaleda ha desaparecido por esta cuestión. Otros encastes tienen el mismo problema del reducido número de efectivos, y además se encuentran marginados, lejos de las grandes ferias, abocados a lidiar sus productos en plazas de escasa repercusión o a darles salida en las calles o festejos populares. Por otra parte esta segunda opción es una inyección económica que les permite seguir adelante.
Dentro de los encastes marginados hay varias situaciones bien diferentes, desde los marginados por el sistema taurino por sus complicaciones en la lidia, que encuentran su hueco en la afición y en las escasas ferias que se dan pensando en el toro integro. A otros que no son demandados por su casta y trapío ni por su calidades de nobleza, como el encaste Urcola o Contreras. Este último además condenado a la extinción por el éxito de Baltasar Ibán, el cruce con Domecq ha hecho que todas las ganaderías traten de imitarlo.
Ante esta situación se plantean diferentes cuestiones que necesitan una solución. En primer lugar como se ha sugerido desde otras ventanas el exigir en todas las ferias el incorporar variedad de encastes. Valorar en los pliegos la protección del toro como centro de la tauromaquia de ayer, de hoy y de siempre. Esto no es posible sin la participación de la afición. Esta debe reivindicar su papel en sus respectivas ferias. Exigiendo a las figuras que toreen ganaderías de todos los tipos y condición. Algo que por otra parte hicieron siempre las figuras del toreo de verdad. Además los premios deberían obviar las faenas hechas con los toros colaboradores y de carril, únicos a los que en las últimas fechas son capaces de “pegar pases” las llamadas figuras.
Desde el punto de vista de los ganaderos, son varias las circunstancias que deberían abordarse. En primer lugar, intentar que el toro de lidia no se compare al resto de bóvidos, sino que se le considere como animal de deporte, lo que permitiría que las condiciones sanitarias variasen. Si esto no es posible, si al menos establecer unas condiciones dentro de la legislación que salvaguarde la riqueza genética de las ganaderías permitiendo a las ganaderías afectadas por brotes de tuberculosis o brucelosis, permitir extraer embriones o separar los animales enfermos sin necesidad de mandarlos al matadero de cabeza.
Por otra parte, si durante algún tiempo El cordobés y Palomo Linares fueron capaces de hacer frente al sistema taurino impuesto. ¿ Por qué no crear ferias donde esas ganaderías puedan verse? Con el apoyo de la afición y de la correcta educación taurina sería posible volver a ver unas ferias como hace ya largo tiempo donde cada ganadería pertenecía a un encaste diferente.
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